Martín Zúñiga evidencia una verdadera vocación poética. Sin embargo, qué lejos está de su "Pequeño estudio sobre la muerte". Si bien es cierto, maneja una escritura correcta y melódica, el color que ha tomado su poesía me resulta más tierna que todo lo que he leído del autor. Eso, definitivamente es bueno. Denota cambio, frescura y entrega por parte de Zúñiga. El proceso artístico en su escritura se ve reflejado en esta muestra de poemas. Tienen una estructura unificada, figuras elaboradas y cierto sabor a misterio.
Tema
de la niña
Imaginen
que en el centro del patio
hemos
dejado a medio construir
un
pozo y con el tiempo
se
ha llenado de pintas de tiza blanca.
Domingo
sabe
que han tapiado sólo una parte
de
aquellos ojos.
Mientras
nosotros aquí esperamos la noticia
de
una danza, de un grito sencillo
al
final de la caída.
Ahora
imaginen el agua regresando
en
picada hacía el fondo del pozo.
Una
niña ahogada en el fondo del pozo.
Un
vaso roto del otro lado de la sala.
Se
le enredan entonces los huesos
en
el joven temblor de un lamento
cuando
la rescatan
y
todos parecen estar de acuerdo
y
la dejan
en
medio de este sueño, sobre el sofá
de
la sala llena de agua, de olvido, de nada.
(las
líneas de la mano)
Para ti escarbé en el aire
un rostro conocido y un poco
de leña para tu cocina
de aceites sucios y monedas
de olores familiares y saltados de estrellas
donde una niña suelta y moja su cabellera huérfana
bajo un crepúsculo que me duele en los labios.
En el patio la gallina da vueltas sobre su pico,
contaminada de pequeños moscos
por que te has pintado
otras líneas en las manos, y otras recetas.
(la
historia es un oxímoron)
Lejos,
mi casa me espera con las puertas
ya
cerradas y la boca llena
de
niños y polvo. Sé que llego
tarde,
que la ciudad me mira mal por eso
no
ven las espinas que les crecen a mis codos.
la
música resquebrajada de los gatos en la azotea.
mi
padre que ya no es mi padre
porque
yo soy su padre y su madre.
Nadie
me dijo que estar lejos
ulceraba
a los espinos de las macetas.
La
sed se hizo inútil entonces,
sufría
dolores de distancia,
el
frío de las balas.
La
sed de una bala metida en el cráneo.
El
sabor metálico que deja.
Ciegos,
la ciudad me toma de las solapas
y
en agua incineran sus muertos
hechos
sombra, héroes y jocosos quiebros.
Forma
de la huida.
Te acuerdas de cuando éramos amantes
y escapábamos de la ciudad hacia las cavernas,
y no decías nada callada callada
y el viento nos empujaba
y sin escarnios, en fin, se intuía
el clima cálido de tus tetas
y el tiempo que va en una sola dirección
y no vuelve. Entonces se va la tarde
y me acurruco en ti la mente en blanco
y todo ya seco luminoso hueco
y el desierto en fin, distinto.
Martín Zúñiga Chávez (Cusco, Perú, 1983). Ha publicado los poemarios Gavia (Ediciones Fecit, España, 2009), Pequeño estudio sobre la muerte (Ediciones Copé, Perú, 2010) y Cover (Ediciones Difacit, España, 2011 y Estruendomudo, Perú, 2013), además de la antología de poesía joven de Arequipa Rastros/Rostros ( CRPP, Perú, 2011). Su obra ha recibido varios reconocimientos como el Premio Internacional de Poesía Ángel Martínez Baigorri y el Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos, ambos en España; el premio Desiderio Macías Silva en México; el Premio Nacional Juvenil de Poesía Javier Heraud y el Premio Internacional de Poesía Copé de Plata en Perú. Dirige la asociación cultural Centro de Recursos para la Poesía, plataforma de gestión de proyectos culturales que organiza el Festival Internacional de Poesía Ari Quepay, entre otras actividades. Realiza el proyecto LAE LEA Perú http://urbanotopia. blogspot.com. Además colabora en diferentes medios de prensa en Perú y el extranjero.